27 de abril de 2012

AQUÍ EN LO ETERNO





A PLATERO EN SU TIERRA

Un momento, Platero, vengo a estar con tu muerte. No he vivido. Nada ha pasado. Estas vivo y yo contigo... Vengo solo. Ya los niños y las niñas son hombres y mujeres. La ruina acabó su obra pobre nosotros tres -ya tú sabes-, y sobre su desierto estamos de pie, dueños de la mejor riqueza: la de nuestro corazón.

¡Mi corazón! ¡Ojalá el corazón les bastara a ellos dos como a mí me basta! Ojalá pensarán del mismo modo que yo pienso. Pero no, mejor será que no piensen... Así no tendrán en su memoria la tristeza de mis maldades, de mis cinismos, de mis impertinencias.

¡Con qué alegría, qué bien saber te digo a ti estas cosas que nadie más que tú has de saber...! Ordenaré mis actos para que el presente sea toda la vida y les parezca el recuerdo; para que el sereno porvenir les deje el pasado del tamaño de una violeta y de su color, tranquilo en la sombra, y de su olor suave.

Tú, Platero, estas sólo en el pasado. Pero, ¿qué más te da el pasado a ti, que vives en lo eterno, que, como yo aquí, tienes en tu mano, grana como el corazón de Dios perenne, el sol de cada aurora?


Juan Ramón Jiménez 1916.


Tanta vida en ti y yo contigo... existe un algo que unifica, eterniza a esa vida pequeña con este tiempo, aquí, en mí. Todo átomo que armoniza nuestros pasos y cada recuerdo que viaja

en el viento, le dibuja cada día un valor a tu sonrisa... al Platero que me habita.

A la niña Bel. A Cosmos.

18 de abril de 2012

DE LO VIVIDO



Era tarde ya para llegar a esa reunión de fin de año, eran los últimos días de 1998, eramos tres compañeras de bachillerato arreglándonos para esa invitación en el Museo Dolores Olmedo. Llegamos por fin, en el comedor estaba la señora de la casa, del museo; justo ahí nos la presentaron y logramos conocer a todo el equipo de trabajo: diseñadores, artistas plásticos, arquitectos, ingenieros, y a los otros compañeros de servicio y prácticas, fue bueno convivir con todos... pero el atardecer estaba por llegar, y fue así que partimos hacia la entrada y ahí estábamos sin saber qué hacer del resto de nuestra tarde. Ariola abrió el camino con destino a un mirador que se encuentra cerca de la iglesia de Tepepan, al llegar el sol de despedía y las nubes se movían rápidamente con el viento; fue un buen momento con ellas, con mis compañeras. Platicamos y reímos como mucho tiempo atrás no lo hacíamos, pero debíamos retirarnos. Cada una tomo su rumbo, decidí tomar el camino viejo a Xochimilco para llegar a casa caminando, cuando llegue a la Huichapan me encontré a mi amigo Gabriel que llegaba a su casa, se alegró mucho de verme pues tenía cosas que compartir de su día, y así fue, mientras me acompañaba a casa contó sus buenos momentos, estaba muy contento, eran de esos días en los que había encontrado el sentido de su vida, lo veo a distancia y parece imposible que haya volado tan lejos que ya no puedo verlo, solo cuatro años después de esa noche tuve que despedirme en su propia casa, solo espero que ahora mismo disfrute de su eterno vuelo. 
Con una cena a lado de mi abuela, aquel día de gratos momentos terminó.

sonnet/the verve
you get what you give/new radicals